martxoa 17, 2021

GIRO POLITIKOA BROKEL DANTZAREN OSTEAN. 1845


Narvaez jenerala, ministro kontseiluburua
Idatzi nuen duela sei bat urte Espainiako Isabel IIak Arrasatera egindako bisitei buruz. Une bereziak izan ziren 1845ekoak, bi karlistaden artekoak, eta gizarte giroa ez zen bat ere atsegina, gehienek erregina arroztzat zeukaten herrian. Eta ikusi genuen nire idazki haietako batean Arrasaten iskanbila sortu zela,Espainiar Gobernuak –Narvaez jenerala buru zelarik- 1845eko abuztuaren 16ko datarekin, eskerroneko agiria bidali baitzion Donostiako Udalari, uda hartan Donostian erregina eta bere amari eskainitako tratu abegitsuarengatik. Jakina den bezala, Donostiatik Arrasatera igaro zen erregina, Santa Agedako bainuetxean osasun saioak hartzeko. Hamabost bat egun egin zituzten erret-emakume haiek Arrasaten eta Gipuzkoako Diputazioa izan zen egonaldi hartako gastuak finantzatu zituen. 

Baina espainiar agintariek ez bide zuten Diputazioaren jokaera hain zintzotzat hartu, ez erreginak Donostian egon zirenean ezta Arrasateko egonaldiari dagokionez ere. Kontuan eduki behar dugu, lau urte lehenago Espartero jeneralak –erregeorderen lanetan- euskal foruak zirela-eta Bergarako Besarkada deritzanean hartutako konpromezua hautsi egin zuela 1841eko urriaren 29ko legearekin. Eta 1844ko uztailaren 4an, zati batean behintzat errestauratu baziren ere, barne mugak, hauteskunde prozedurak eta foru-pasea galdu egin ziren. Horregatik, Hego Euskal Herrian ez zen Madrilgo gobernuei zegokienez aldeko jarrera garbia azaltzen. Eta euskaldunak ez zeuden prest isilik egoteko.

“El Español” egunkariko korrespontsalak Donostiatik bidali zuen 1846ko irailaren 24an honako idazki hau, eta 28an publikatu zen. Honela dio:

“A su tiempo remití a V. un ejemplar de la real orden comunicada en 16 de agosto último al ayuntamiento constitucional de esta ciudad por la presidencia del Consejo de Ministros, manifestándole lo muy satisfecha que se despedía S.M por la grata acogida que había experimentado de parte de su vecindario; y creo haberle informado también que a los dos o tres días de la llegada de la corte a Mondragón dispensó la reina la gracia de la cruz supernumeraria de Carlos III al alcalde y varios vecinos de la misma, así como también los honores de secretarios suyos a otros dos, que con los diputados forales de este y del primer partido y otro caballero que lo ha sido muchas veces, componían la comisión mixta de la provincia de Guipúzcoa, y ayuntamiento, para preparar los obsequios y festejos reales.


Desde luego se notó y criticó mucho que aquella real orden no hiciera mención alguna de la Diputación ni de sus comisionados que asiduamente acompañaron a SS.MM y A. en todos los actos públicos, funciones y expediciones de recreo, contribuyendo a nombre de la provincia con la mitad del gasto de obsequios y festejos y con la totalidad del coste que tuvieron la habilitación del palacio, la construcción y servicio de la casa de baños en la playa, la de las falúas, empleados en los diferentes paseos por agua, y otros infinitos artículos a que dio exclusivamente cabal desempeño. Pero lejos  de haber influido semejante omisión a entibiar la excelente voluntad con que se dedicaba a adivinar todo lo que pudieran desear las augustas huéspedes, hizo nuevos esfuerzos su acendrada lealtad para que nada faltase a sus gustos y comodidades en su tránsito y permanencia en Mondragón y Santa Agueda, logrando la satisfacción de haberse asegurado por boca de las mismas personas reales que contaban por los más bellos días de su vida los que pasaron en aquellas residencias. 

... No es fácil atinar con el secreto de esta conducta irregular e insólita del gobierno (ari da,  ez zuela Gobernuak ez zuela Diputazioa eskertu, Erreginari emandako tratuarengatik) Habrá alguno que crea encontrar su genuina explicación en la irritabilidad que excitó en el ánimo del señor Presidente del Consejo de Ministros la lectura del programa del Broquel Dantza, en que se indicaba el último viva a los fueros; pero contra esta conjetura ocurre el hecho de haber precedido con algunos días el oficio de 16 de agosto y la dispensación de las gracias exclusivas a la ejecución de aquel antiquísimo baile provincial. Mas habiéndose públicamente impreso aquel programa en San Sebastián ¿qué extraño sería que el Sr. Presidente tuviera conocimiento anticipado de él? Pero en tal hipótesis, no es regular que pareciéndole subversivo el desgraciado viva, no lo hiciera suprimir por medios muy sencillos, que tomase de acuerdo con la misma Diputación, que con la mejor intención del mundo intercaló el grito habitual y secular de los guipuzcoanos. ¿Qué sorpresa de nueva especie es la de publicar veinte días antes un viva que jamás se omite en las funciones
solemnes de las Provincias Vascongadas? 

... Cuando se propusieron SS.MM y A. honrarnos en su última visita, se dejó ignorar tan fausta resolución. ¿Y si, fundándose la Diputación en que absolutamente ignoraba oficialmente su venida, acogiéndose a que regresarían a la capital del reino desde Zaragoza, como lo anunciaban los periódicos, hubiese dejado de preparar los tres palacios que indispensablemente necesitarían en Tolosa, en San Sebastián y en Mondragón?

Si arrastrados por el concepto general de que serían inútiles estos gastos hubiese descuidado la construcción del camino ramal de Mondragón a Santa Águeda y la ejecución de la obra de los baños de aquel establecimiento para la mayor comodidad de la reina ¿pudiera el ministerio hacerle cargo alguno de unas faltas que solo serían imputables a quien no cumplió con el deber de comunicar en tiempo oportuno lo que hubiesen determinado sobre venir o no venir, y en el primer caso el punto o puntos a que se dirigían?

Porque en una provincia en que todos sus recursos no bastan para pagar la enorme deuda que pesa sobre sus cajas, no puede ser indiferente gastar a destajo en diferentes puntos. Habría, pues, tenido disculpa la Diputación si contra, lo que estaba acostumbrada a ver, no recibió aviso ni orden alguna sobre tan interesante viaje. Pero no quiso aventurar nada, cuando se trataba de la preciosa salud de la Reina, y prefirió arruinarse a mantenerse en la apatía a la que le convidaba con su ejemplo el ministerio.

Estos son los puntos de meditación a que se dedican los vascongados en las noches que empiezan a ser largas en esta estación. Ellos presentan la fisonomía de sus sentimientos políticos, que merecen no la desprecien los ministros en sus altas concepciones. Las provincias vascongadas continuarán tranquilas, con la esperanza de hallar protección en las Cortes y el gobierno. Incapaces de toda idea hostil, lo único que habría que temer de ellas es que opusieran a toda injusticia la fuerza de la inercia, que es el síntoma más infalible de la disolución social y de los estados” 

Berdintsu segitzen dugu, ezta?
 
Argazkiak: JMVM

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