Ondoko lerroak "Mondra. Una temporada (1965-66) Y tres futbolistas (Sagasta-Larrauri-Aranbarri)" Jose Ignazio Zaitegi eta bion liburuari dagozkio. (Autoedizioa. 2020)
Las líneas que siguen las he extraído del libro que escribimos Jose Ignazio Zaitegi y yo "Mondra. Una temporada (1965-66) Y tres futbolistas (Sagasta-Larrauri-Aranbarri)" (Autoedición. 2020)
De los tres futbolistas, al primero que conocí fue a Jesús Aranbarri. Eramos unos niños, ya que yo andaría por los 9 años. Jesús, Jose Ignazio Zaitegi y yo estudiábamos en el colegio de los frailes viatoristas. Preparábamos el ingreso de bachiller, para examinarnos en el Instituto de Vitoria-Gasteiz. Y puedo asegurar que de Jesús no tengo de aquella época más que un único recuerdo, y está relacionado con el fútbol. Como es normal, en los recreos se jugaba a dar patadas a un balón y, de vez en cuando, se organizaba alguna liguilla entre las clases, teniendo en cuenta lógicamente la edad de los componentes del equipo.
A mí, que nunca he tenido habilidad para este deporte, me tocó jugar con un grupo de compañeros de curso, y cierto día tuvimos que hacerlo contra el equipo en el que estaba Aranbarri. Sucedió que el árbitro, algún fraile, pitó penalti contra nosotros. Y lo lanzó Jesús. No metió gol… pero nuestro portero, no voy a citar su nombre, aún hoy seguirá sin poder respirar correctamente, debido al balonazo tan tremendo que le propinó el garagartzarra en el estómago. He de decir que mi compañere y amigo Jose Ignazio era entonces y fue durante muchos años, un magnífico futbolista, que llegó a tener más relación deportiva que yo con quienes hemos seleccionado para este pequeño libro. Por lo tanto, él tiene más autoridad moral que yo para hablar sobre este deporte. Y me consta que Jose Ignazio y Jesús han mantenido siempre una cordial amistad. Por mi parte, sin embargo, no he vuelto a tener relación con Aranbarri hasta que nos propusimos escribir sobre él. He coincidido con Jesús en algunas ocasiones, pero no han pasado de meros encuentros, sin pasar de un simple saludo.
Mucha menos relación he tenido en los últimos cincuenta y cinco años con Javier Larrauri; ninguna. Y cierto día que el coronavirus me tenía atado al ordenador, viajando virtualmente por esos mundos de Dios, me encontré con un Javier Larrauri, en León. Le escribí un correo preguntándole si tenía algo que ver con el Javier Larrauri que yo conocía, y a vuelta de correo me respondió que era su padre. Me llevé una gran alegría, y a las horas ya estaba en contacto con mi amigo. Comenté lo sucedido con Jose Ignazio, y entonces surgió la idea de escribir esta historia de futbol.
Javier Larrauri Izquierdo – la verdad es que no puedo asegurar si para entonces ya había la familia trastocado oficialmente el orden de sus apellidos – Sáenz Izquierdo Larrauri (1). Lo cierto es que cuando se matriculó en 5º de bachiller, 1963-64, en los clérigos de San Viator, ya era Larrauri. Su familia había llegado a Mondragón desde Legazpia y había montado un negocio de frutas en la calle Ferrerías. Y Javier se integró rápidamente tanto en la vida colegial con sus compañeros como en la general. Rápidamente conocimos de sus habilidades como futbolista. Existe testimonio gráfico de un campeonato de fútbol organizado para sacar futbolistas para el UCEA, en el que el equipo Goi Argi – nombre de la hojita semanal que publicaban los viatoristas- se proclamó campeón del mismo, y Larrauri era el extremo izquierda de aquella formación. Estábamos a finales de 1963. Toda esa capacidad para el fútbol no pasó desapercibida para los dirigentes del UCEA, que enseguida echaron la red y consiguieron ficharle.
Pero Javier era un magnífico deportista y a mí, seguramente por mi desconocimiento casi total hacia la modalidad, me asombraba cuando cogía un balón de baloncesto. Había estudiado en los viatoristas de Vitoria-Gasteiz, y había practicado ese deporte, que llegó un poco más tarde a Mondragón. Formó parte del equipo de baloncesto de nuestro colegio que disputó pequeñas competiciones contra otros centros escolares, sobresaliendo en aquéllas el pique existente con los dominicos de Bergara. El curso 1964-65 fue el último año en que estuvimos juntos. Y no había hablado con él hasta, como ya he dicho, abril de este año 2020.
JDMren jubenila, 1963-64
Ha sido con Jon Sagasta con quien más me he relacionado, cosa nada difícil de comprender por haber residido los dos en Mondragón. Jon, José Ignacio y yo coincidimos en 3º y 4º de bachiller, cursos 1961-62 y 1962-63, nosotros dos aún con pantalón corto mientras que Sagasta ya los lucía largos. Jon al fútbol era un todoterreno, con mucho aguante, que se imponía normalmente a sus contrarios. José Ignacio Zaitegi suele decir que Jon llevaba la pierna izquierda de adorno. Recuerdo que tenía conocimientos balompédicos teóricos, que los exponía en clase. No en balde en el Bar El Caserío, de propiedad familiar y con la foto del Athletic de Daucik a hombros y Gainza con la Copa recién ganada, se rellenaban las quinielas semanales. Otro deporte en el que se defendía muy bien era la pelota. Fue uno de mis primeros amigos, si no el primero, en llegar al UCEA. Algo que me hacía sentir importante.
He citado al UCEA y quiero dar un par de datos sobre aquel club, que al amor – y presupuesto- de Unión Cerrajera S.A puso en marcha en 1948 la sección de futbol, como consecuencia de un interés en ese sentido por parte de la dirección de la empresa, apoyada en un hombre, Gaspar Ezkurra, quien lo dio todo por aquel proyecto deportivo. Hay que recordar que el área de deporte de Zaldispe – incluyendo el campo donde dirimió durante años sus partidos el UCEA- se inauguró el 24 de julio de 1948. Escribí en 2015 en mi blog “Hots begi danbolinak” (2) sobre aquella experiencia, y transcribo lo siguiente:
UCEA, 1963-64
“Eta kokagune horretan izen bat sortu zen 1948an: UCEA delakoa, hots “Unión Cerrajera Escuela Aprendices”en akronimoaren izenarekin abiatu zen futbol taldea. Ordurako Unión Cerrajeraren babespean futbol txapelketak antolatzen ziren herrian eta afizionatuek zein nolako arrakastarekin segitzen zuten ikusita, 1948ko urtarrilean enpresak erabaki zuen talde berri bat sortzea.
Mugimendu haren buruan Gaspar Ezkurra jarri zuten, Eskolan bertan Marrazkiaren Teknologiako irakasle lanetan ere ari zena. Ezkurra lehendakari, Vicente Sagasta lehendakariorde, Javier Mendieta idazkari, eta Anaia Daniel biatorista, Zabaleta, Jauregi, Gallastegi, Bolinaga, Alfonso eta Julio Gorroñogoitia, Ormaetxea, Usatorre eta Beitia bokal izendatu zituen enpresak. Horiexek osatu zuten lehen zuzendaritza. Ikusten denez, geroko Arrasateren bilakaeran erabat inplikatu ziren goi mailako arrasatearrak zeuden zuzendaritza talde hartan”
Aquel equipo sacó en sus primeros años de funcionamiento futbolistas como Uribarren IV y Errasti III, que serían profesionales, y llegarían a jugar en equipos de segunda división. Hay que reseñar que UCEA no nació para militar en categoría juvenil, sino que no fue hasta 1957 que se tomó la decisión de enfocar al equipo en esa dirección. Y los frutos se dejaron ver con la profusión de chavales que pasaron por sus filas, hasta la desaparición del club en 1965. Por lo tanto, Sagasta, Larrauri y Aranbarri son de la última hornada del UCEA. Buena hornada, sin duda.
(1) Recuerdo
que en la época se comentó que José Manuel Arriola “Dongui” había detenido a
uno de los hermanos –creo que era José Luis, para entonces futbolista de JDM-
por circular con su motocarro por el cantón de Ferrerías a la parroquia. El
cabo de municipales le preguntó el nombre y dirección, y el denunciado contestó
con los apellidos Sáenz Izquierdo. “Menos bromas” le debió de contestar Dongui,
añadiendo “¿Cree que no sé que es Vd. Larrauri?" Por cierto, el padre de Javier y hermanos/as era nacido en Ullibarri Ganboa.
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JESUS ARANBARRI
La afición al fútbol Jesús (Garagartza, 20 de abril 1948) la llevaba dentro desde chavalín. Fue la plaza de de su barrio el primer espacio en donde un Jesús niño corría tras el balón, en lucha deportiva con sus vecinos Tomás Errarte, Julio Orobengoa, los hermanos Bidaburu etc. Recuerda Jesús que alguna vez se acercó por allí un pequeñín de nombre Iñaxio Kortabarria. Y no se olvida del día que, con el álbum de cromos Zahor completo, se llegaron hasta Oñati, para cambiar aquél por el balón correspondiente del premio. Con el disgusto que les supuso el volverse a Mondragón con las manos vacías, ya que – como se establecía en las normas- el balón “de reglamento” debía estar expuesto durante una semana en el escaparate de Kuku. Y hasta el establecimiento de ultramarinos de la Calle del Medio se llegaba Jesús todos los días, para contemplar el deseado balón que lucía impecable. Sería el primer balón serio con que jugó.
Sus comienzos competitivos infantiles hay que situarlos en el Colegio San José de los frailes viatoristas. Tomó parte en el campeonato que ya hemos citado anteriormente organizado por UCEA para captar jugadores que engrosaran sus filas. Formaba parte del Besaide Barren, equipo en el que militaban chavales de Aramaio, Santa Ageda, Garagartza y Uribarri.
Y se produjo el salto al UCEA, donde formó parte de aquel equipo en el que también estaban Sagasta y Larrauri.
En el capítulo dedicado a la temporada 1965-66 de JDM hemos descrito cómo se incorporó Jesús al equipo cerrajero, y cuál fue el final de aquel año, siendo fichado por la Real Sociedad, junto a Jon Sagasta. Tenía dieciocho años y llevaba con él la ilusión de cualquier chaval que ha apostado por abrirse camino en el difícil mundo del futbol profesional. Y peleará por conseguirlo.
Real Sociedad
Al poco de terminar la liga con su antiguo equipo, participó por primera vez con el equipo donostiarra en un torneo para conmemorar el cincuentenario del Real Unión. Era el 9 de junio de 1966, en el estadio Gal, y a su lado tuvo a los Martínez, Ormaetxea, Gaztelu, Mendiluze etc. Fue una buena toma de contacto con la realidad que iba a vivir a partir de entonces
Comenzó la siguiente campaña 1966-67 jugando con el Sanse, en tercera división. Y no lo pudo hacer de manera más acertada. Jugó el primer partido el 11 de septiembre contra el Alavés, en Atotxa, y el resultado final fue 5-0, con dos goles del arrasatearra, siendo uno de los destacados. En Mondragón se había distinguido por su olfato para el gol, razón sin duda por la que fue fichado por el club txuri-urdin, y en la temporada que va a permanecer en el Sanse demostrará que los rectores del club no habían errado en su decisión, y se proclamará máximo goleador de la temporada. Por cierto, en el partido de vuelta en Mendizorroza Aranbarri volvió a marcar por partida doble. El “Norte Expres” del 9 de enero de 1967 decía: “Todo lo íbamos apreciando poco a poco. En cuanto Sarasola fallara una vez Arambarri encontraría su oportunidad. Sarasola falló dos veces” El amezketarra Sarasola fue un grandísimo joven futbolista pretendido por clubes de primera división, que en un accidente de coche cerca de Vitoria se mató el 15 de junio de 1969.
Real Sociedad, 1966/67
Jesús no jugó todos los partidos de aquella temporada con el Sanse. Desapareció de la alineación por primera vez tras el partido de liga disputado en Iturripe el 19 de marzo de 1967 contra JDM, con resultado de empate a dos goles, los dos de los visitantes obra de Aranbarri. ¿Cuál fue, entonces, la razón de no volver a ser convocado por su entrenador Expósito? Pues, sencillamente, que la Real Sociedad se estaba jugando la liga, y el posible ascenso a primera división, con su máximo rival el Gijón – donde entrenaba Román Galarraga y actuaba de defensa el atxabaltarra Uribesalgo “Errota”- y los donostiarras necesitaban a Aranbarri para reforzar la línea delantera, ante cualquier imprevisto.
Aquella tarde de Puertollano
No creo equivocarme si digo que el 23 de abril de 1967 es el día que con más fuerza está grabado en la memoria de Jesús Aranbarri. Y pienso que también muchos de los aficionados realistas mantendrán vivo el recuerdo de aquella tarde en la que la Real Sociedad ascendió a primera división, gracias a un postrero gol del mondragonés, debutante con el equipo blanquiazul en el partido disputado al Calvo Sotelo de Puertollano. Más de una vez habremos dicho aquello de “me acuerdo dónde estaba cuando me enteré del asesinato de Kennedy” o dónde cuando la llegada del hombre a la luna. Yo puedo afirmar que supe que Aranbarri había sido el autor del gol decisivo en el Bar Bujanda de Vitoria-Gasteiz, propiedad del jugador del Alavés “Primi” Bujanda. Seguramente que lo celebré.
Real Sociedad, Puertollanon, 1967-04-23
Y llegó el día. La Real Sociedad tenía la baja de Mendiluze, y Elizondo, entrenador de la Real Sociedad, apostó por Jesús Aranbarri como recambio. La prensa local lo anunciaba el mismo día del partido, informando que el debutante iba a actuar de interior… o de delantero centro. La cosa no estaba clara. Por cierto, los periódicos donostiarras hablaban de una prima que habría de otro club interesado en ascender, de 40.000 pesetas a cada jugador del Calvo Sotelo. Pero al mismo tiempo, apuntaban que al equipo de Puertollano lo que le interesaba era ganar la prima de un millón de pesetas por ser el equipo más correcto de toda la competición, y una posible prima a sus jugadores habría cerrado el camino a tal premio. Quiero decir, porque más tarde volverá a salir junto a Aranbarri, que en el Calvo Sotelo jugaba Astorga, un errenteriarra que militó también en el Burgos junto a los ex cerrajeros Arzamendi y Aranburuzabala.
Aranbarriren gola Puertollanon, 1967-04-23
La Real Sociedad formó con Zubiarrain; Gorriti, Martínez, Iguaran; Lasa, Lema; Urresti, Arzak, Arregi, Aranbarri y Boronat. Por tanto, al final Jesús no salió en su puesto de delantero centro sino como interior. El partido se desarrolló con total normalidad si bien las cosas se pusieron muy negras para los txuri-urdin. Terminó el primer tiempo con el resultado de Calvo Sotelo 2 Real Sociedad 0. Al comienzo de la segunda parte recortó distancia Boronat. Y cuando faltaban ocho minutos, Aranbarri resolvió una melée en el área local para introducir el balón en la portería contraria. Y de ahí al cielo. Decía el Diario Vasco del martes 25 de abril:
“Como es necesario destacar que debutaba Arambarri, con un solo objetivo para su tarea: la de buscar el gol. Lo consiguió. En esto debo confesar que quedé muy satisfecho. Elizondo había hecho algo que me causó admiración: alinear a un debutante, en un partido excepcional, o, mejor aún, definitiva trascendencia; era casi un riego de heroicidad que bien merecía el premio obtenido: el que ese muchacho debutante, Arambarri, fuera no solo el autor de un tanto, sino de un gol que ha dejado a la Real Sociedad en la I División.
Un record, porque en Arambarri se han dado estos detalles: primer año en el Sanse; primer año en la Real Sociedad; primer partido oficial… y primer gol. ¡Pero qué gol, señores!”
Aldageletan, 1967-04-23an, Boronaten ondoan
El lunes 24 fue una apoteosis en toda Gipuzkoa, con la población echada a la calle, en muchos pueblos para ver pasar el autobús que conducía al equipo ganador. Llegaba desde Vitoria-Gasteiz, y a su paso por Mondragón fue Aranbarri quien tuvo que hacer los honores a los cientos de aficionados que salieron a darles la bienvenida. En Donostia fueron recibidos en el Ayuntamiento por el alcalde y los futbolistas tuvieron que salir al balcón para saludar al gentío reunido en Alderdi Eder que les aplaudía. “La Voz de España” decía en su crónica del día 25 que los aficionados cantaban, entre otras, “¡Aranbarrri, Aranbarri, Aranbarri es pistonudo!” Pienso que no sería ése el adjetivo calificativo empleado.
En mi opinión, ése es el cénit de Aranbarri en cuanto a resonancia deportiva en toda su carrera. Va a tener más momentos importantes, pero ninguno de esa magnitud.
Temporadas de suplente
Si la irrupción de Aranbarri en la Real Sociedad fue meteórica, hay que decir que a partir de entonces su estrella fue debilitándose, no consiguiendo la titularidad más que en muy contadas ocasiones. Tengo que decir que por aquel entonces yo era estudiante en Donostia, y los domingos de partido solía acudir muy regularmente a Atotxa. Coincidí en la capital con Aranbarri desde la temporada 1967-68 hasta la 1971-72, en la que los dos dimos por concluidos nuestros respectivos quehaceres que nos retenían en la ciudad. Y he de confesar que en todos esos años vi en muy escasas ocasiones jugar a Jesús. La competencia que tuvo con Arregi, Silvestre, Ansola fue encarnizada y la alineación titular se cotizaba muy alto.
No obstante, recuerdo un gol que le metió, nada más y nada menos que a Iribar. Fue el 15 de marzo de 1970, con un Atotxa en el que no cabía un alfiler. Nueva confesión: no puedo ocultar que de niño me atraía el Athletic. Pero cuando Aranbarri le clavó aquel gol al “Chopo” – que era y sigue siendo mi referente como deportista- me alegré un montón y diría que, incluso, me brotó un punto de orgullo… por haber sido compañero de colegio de Jesús, quien por un día volvía a ser el héroe de la afición realista. En aquel Athletic jugaba también Txutxi Aranguren, que años más tarde forjaría una excelente amistad con Aranbarri. Aquella tarde los txuri-urdin fueron: Esnaola; Gorriti, Martínez, Ormaetxea; Arzak, Lema; Urreisti, Urtiaga, Aranbarri, Mendiluze y Boronat. La temporada terminó y la Real Sociedad quedó clasificada en séptima posición.
Athleticen kontra, 1970-03-15
Fue en la temporada 1969-70, cuando el arrasatearra más apareció en las alineaciones titulares, catorce veces. Tras aquel partido contra el Athletic volvió a gozar de la confianza de Elizondo, y en encuentro contra Las Palmas el 22 de marzo volvió a marcar por partida doble (4-1) En crónica de la Hoja del Lunes de San Sebastián se leía: “Hay que destacar a todos, pero justo es mencionar que Arambarri le está tomando gusto a la titularidad. Y a lo mejor cuesta desplazarle de ella, a juzgar por la soltura y desparpajo con que se movió ayer” Por su parte, “El Diario Vasco” comentaba: “Arambarri hizo hasta justificar de sobra la confianza en él depositada, en una demostración de que, según suma partidos jugados, sus cualidades se definen y afianzan hasta el éxito”
Aranbarri tuvo en sus distintas temporadas y equipos un número amplio de entrenadores, pero él guarda un recuerdo especial para Andoni Elizondo en la Real Sociedad y Román Galarraga en el Alavés. De ellos aprendió mucho, que – como veremos más tarde- le vendría muy bien para su propia experiencia de entrenador.
Fue también alineado de titular en partidos de Copa, llegando a las semifinales contra el Elche. El primer partido disputó el equipo – no fue alineado el mondragonés- en el estadio Altabix a las 5 de la tarde con 42º de temperatura. Perdió la Real 3-0. Aranbarri sí jugó en Atotxa el 10 de junio de 1969, con un terreno de juego que – lo cuenta humorísticamente Jesús- fue visitado en los días previos por los bomberos donostiarras y sus mangueras. Ganaron los txuri-urdin 4-1, y el desempate, también con el arrasatearra- se dilucidó en el Bernabeu, ante 80.000 personas que habían llenado el estadio para ver el encuentro entre los dos equipos. La Real fue eliminada, dicen las crónicas que por imparcialidad del árbitro. Reseñar que en los partidos contra los ilicitanos Jesús fue alineado de extremo izquierda. Un año más tarde, contra aquel Elche subcampeón de copa – la final la ganó el Athletic de Bilbao- se enfrentó Jon Sagasta, y ya hemos visto en el capítulo dedicado a éste que con mejor suerte de la que tuvo Jesús.
Aranbarri, buruarekin gola sartzen Atotxan
En la siguiente campaña, 1970-71, fueron diez los encuentros en que Aranbarri salió como titular, siendo la mayoría al final de la temporada. Terminó la liga en Vigo, con presencia del mondragonés, que no pudo marcar. La Real Sociedad se clasificó en octavo lugar.
Durante la siguiente temporada, 1971-72, la última de Aranbarri en Donostia, fue aún más escasa la aparición de Aranbarri en el once txuri-urdin, ya que solamente lo hizo en tres ocasiones. La Real Sociedad volvió a clasificarse en octavo lugar. En los últimos partidos de aquella temporada apareció como titular indiscutible en la defensa donostiarra un chaval que también se había forjado en Iturripe: Iñaxio Kortabarria. El relevo mondragonés - ¿o hay que decir garagartzarra?- en el equipo donostiarra estaba asegurado.
Jesús Aranbarri disputó un total de treinta y cinco partidos con la Real Sociedad, marcando once goles. Su próximo destino profesional no estaba muy lejos geográficamente.
Deportivo Alavés
El 1 de agosto de 1972 se presentaba en Mendizorroza el Deportivo Alavés, y entre las nuevas incorporaciones estaba Jesús Aranbarri, que desde aquel mismo día se ponía a las órdenes de Koldo Agirre, entrenador de los babazorros. El Glorioso militaba en tercera división, y su objetivo era el ascenso de categoría. Los directivos, equipo técnico y futbolistas estaban convencidos de que podían luchar por tal reto.
Aranbarri comenzó goleando, que es para lo que se le había contratado. Y lo hizo desde los encuentros amistosos – uno de ellos con el Honved húngaro- elevando las expectativas de los aficionados que esperaban que la que comenzaba iba a ser poco menos que un desfile triunfal. Lo cierto es que no fue así. Y la temporada terminó con el Alavés en tercer lugar, a nueve puntos del campeón Salamanca que fue el que ascendió. Los goles de Aranbarri no fueron suficientes y el equipo tuvo que preparar la siguiente campaña, desde el mismo punto de partida del año anterior.
A las órdenes de Román Galarraga dio comienzo la temporada, 1973-74, con el Deportivo Alavés encuadrado en el segundo grupo de tercera división. La afición no las tenía todas consigo, y los medios no hacían conjeturas sobre lo que podría suceder en mayo de 1974. La mala experiencia de la campaña anterior pesaba en el ánimo de todos y, por tanto, se era mucho más prudente acerca de la posibilidad del deseado ascenso.
La cosa no pudo empezar peor, ya que los gasteiztarras perdieron los dos primeros partidos y Aranbarri no aparecía en las alineaciones iniciales. Recuerda Jesús que Galarraga le tenía apartado de las alineaciones y que cierto día le pidió explicaciones de por qué no contaba con él. Galarraga le contestó que el día que la Real Sociedad ascendió a primera en Puertollano él había perdido medio millón de pesetas de prima. Recordemos que era el entrenador del Gijón que peleaba con la Real Sociedad por el ascenso.
Pero para finales de octubre ya estaba el equipo segundo en la clasificación y Aranbarri comenzaba a carburar. Un mes después, el Deportivo ya era líder del campeonato, pero no pudo aguantar en aquella posición, y finalizó el año 1973 siendo segundo tras el Eibar. Jesús seguía en un momento de juego muy bueno y metía goles. Algo que no cambió con el nuevo año, ya que en el primer partido disputado en enero de 1974 en Mendizorroza Aranbarri fue el autor de tres goles. Los medios alaveses alababan la extraordinaria forma de juego en que se encontraba el mondragonés.
A finales de febrero había el Deportivo Alavés recuperado la cabecera de la clasificación general, y para entonces Aranbarri era máximo realizador del grupo. Sus goles servían para sumar puntos, como el l que el 24 de marzo logró en Mendizorroza jugando contra el Sanse de Arkonada y Cía. El portero donostiarra hizo un partido de antología, mostrando la calidad que atesoraba. Pero Jesús supo cómo superarle y los puntos quedaron en casa. Cuatro años antes había batido a Iribar y ahora lo hacía con su sucesor en la selección. Testigo excepcional de aquel partido fue el gran futbolista arrasatearra Patri Egidazu “Patri”, veterano ex realista, uno de los jugadores más brillantes que ha dado Mondragón en su historia.
El mes de abril no fue lo suficientemente bueno y los rivales acortaron distancia con los babazorros. Se llegaba al final de aquel mes con un único punto de ventaja sobre el Eibar, segundo clasificado. A falta de dos jornadas para que acabara la liga, Alavés y Eibar estaban empatados a puntos. El campeonato se iba a dilucidar entre ellos dos. Y no se conoció al ganador del campeonato hasta la última jornada.
Alavesa bigarrenera igo zen eguna, 1974-05-26
Y el 26 de mayo de 1974 el Alavés gano su partido de Getafe. El Eibar – entrenado por el arasatearra Juanito Arriaran- fue segundo. El periódico vitoriano “Norte Expres” decía al día siguiente sobre el ambiente en el vestuario tras el partido: “Jesús Arambarri, modesto entre los modestos, rumia a solas el ascenso. Y me dice: “Brindo el ascenso a Vitoria y Alava, y a nuestra excepcional directiva. Todos estamos emocionados y ya no sabemos expresarnos. Esta hinchada nos ha hecho sacar fuerzas de flaqueza” Lo que no decía el periódico es que, tras la victoria, en abrazo con su entrenador Galarraga éste confesó a Aranbarri que con sus goles de la temporada le había compensado con creces lo que el 23 de abril de 1967 había dejado de percibir en Gijón.
Como no podía ser menos, la llegada a Vitoria-Gasteiz, con miles de personas aclamándoles, supuso para los futbolistas y, en especial para Jesús, un subidón de adrenalina. Campeón y máximo goleador de la categoría. Sin duda, era el otro momento dulce que vivía en su carrera futbolística, siete años después de la hazaña de Puertollano.
Aranbarriren Alavesa, bigarren mailara igotzea ospatzen ari
Las próximas cuatro temporadas 1974-75 / 1977-78, Aranbarri militará en el Deportivo Alavés, en segunda división. Las dos primeras las hizo en calidad de titular indiscutible, jugando prácticamente todos los encuentros. Van a ser cuatro años en un club con el que Arambarri se identificará totalmente. Decide establecer definitivamente su residencia en la capital alavesa, y puedo atestiguarlo, Jesús fue aceptado con gran cariño por los aficionados y, en general, por la ciudadanía gasteiztarra. Se convirtió en un modelo de deportista.
Román Galarraga siguió de entrenador en el año 1974-75, y en agosto de 1974 tuvo lugar un cuadrangular con motivo de las bodas de oro del Deportivo Alavés. Fueron el mismo Alavés, Athletic de Bilbao, Real Sociedad y Osasuna quienes se enfrentaron en Mendizorroza, durante tres días de competición, del 30 de agosto al 1 de septiembre. Y en el primer encuentro, Alavés-Osasuna se enfrentaron Javier Larrauri, en el Osasuna, y Jesús Aranbarri. No lo volverían a hacer aquel año, ya que los rojillos estaban en tercera división. Quien sí militaba en segunda división era Jon Sagasta enrolado en la Cultural Leonesa. Por cierto, Aranbarri volvió a meter su correspondiente gol en aquel partido contra Osasuna. Y pasaron a la siguiente ronda.
En el otro partido de semifinales entre el Athletic y la Real, ganaron los bilbaínos. Con los donostiarras se alineó Kortabarria. Y el trofeo se lo llevaron los rojiblancos de Iribar, Aranguren etc. tras ganar en la final al Glorioso. En esa ocasión Aranbarri no pudo batir al mítico cancerbero zarauztarra. Por cierto, el árbitro fue el internacional y polémico Guruzeta, ayudado por los liniers Txirri y Martínez, grandes conocidos de los aficionados mondragoneses de la época. La crónica de la final de aquel torneo, decía sobre el Alavés: “Nos gustó Vidauzarraga y también Arambarri, incansable. A lo dicho: hay buenos mimbres para hacer un buen cesto”
Y arrancó la temporada en la que tantas expectativas habían depositado los seguidores del Glorioso. Pero los comienzos no fueron buenos… y aunque el adagio diga que lo que bien empieza bien termina y no se pronuncia sobre lo mal empezado, es de temer que por caminos equivocados no se llegue al destino deseado. Y el Alavés se las vio y se las deseó para que la temporada no terminara en un fracaso. Se cambió de entrenador. Primero llegó Ignacio Eizagirre y tras él Victoriano Reyes, pero así y todo se tuvo que jugar la promoción. Esta la disputó contra el Levante, siendo el primer partido en tierras valencianas, 1-1, y el de vuelta en Mendizorroza el 15 de junio de 1975, ganando el equipo local por 1-0. Merece la pena resaltar que Aranbarri, que disputó treinta y tres encuentros, fue uno de los hombres de aquel equipo que más supieron dar lo que de él se esperaba. Tal es así que fue nombrado, por consenso de equipo técnico y futbolistas, capitán del mismo.
Aranbarri, Alavesaren kapitaina
Como anécdota de aquel año, seguramente que a Jesús no se le olvida el partido “amistoso” que disputó en Mendizorroza el 17 de noviembre de 1974 contra el Operario Campo Grande brasileño, en homenaje al portero alavesista Tobalina. El espectáculo fue calificado como bochornoso, siendo Jesús uno de los damnificados, al ser agredido por un jugador de los brasileiros, y cayendo frente al foso donde se encontraban los suplentes del Operario, quienes sin más zarandearon al arrasatearra que estaba en el suelo.
Y para terminar lo mencionable de aquella temporada, recordar que Aranbarri y Sagasta coincidieron en el partido de liga de Mendizorroza del 13 de octubre de 1974, 1-0 para los locales, siendo Sagasta de los destacados en la Cultural Leonesa que entrenaba otro portero inolvidable, Carmelo Cedrún. Comenta con nostalgia Jesús que durante el partido, cuando se encontraba en el juego con su ex compañero Sagasta, éste le pedía en voz baja que no subiera hacia la portería, que le iba a ir mejor con él. No volvieron a cruzarse en el partido de vuelta en León, donde sí jugó Jesús.
Vuelta a empezar en nueva temporada, 1975-76. El club contrató a otro entrenador, Ben Barek, quien en su época de futbolista militó en el Málaga, al tiempo que el arrasatearra Bomba. También se había incorporado al staff del club que presidía Juan Arregi, Jose María Zárraga, quien actuaría como gerente y director deportivo. Ya hemos comentado más arriba que un hermano de Zárraga fue quien llevó a Larrauri al Real Madrid.
Es la única campaña en la que, tras su salida de JDM, los tres ex cerrajeros van a disputar el mismo campeonato, con Larrauri en el Calvo Sotelo de Puertollano y Sagasta en el Ensidesa de Avilés.
Y resumiendo lo que sucedió en aquel ejercicio competitivo deportivo con el Alavés, podríamos decir que fue un calco de la anterior temporada. Que el Alavés tuvo muchos vaivenes en su juego; que las estrellas que llegaron de la mano de Zárraga no lo fueron tanto – Urkia, Ortigosa, Valdano; que los veteranos como Aranbarri tuvieron que multiplicarse… y que al final del campeonato el Glorioso tuvo que jugar de nuevo la promoción.
Fueron treinta y dos partidos los disputados por Jesús en aquel año, en los que ya no tenía como objetivo principal el meter goles, sino ayudar a conseguirlos. A fines de octubre ocupaba el Alavés el último lugar de la tabla. Para entonces ya había pasado por Mendizorroza el Calvo Sotelo, con Javier Larrauri como figura, y ovación de gala para los visitantes tras concluir el partido con empate a un gol. Terminó el año 1975 en puestos de descenso. Ben Barek ensayó con Aranbarri en posiciones retrasadas. Y aún a pesar de ello, Jesús seguía destacando, como lo hizo el 25 de enero de 1976 en Avilés contra el Ensidesa de Sagasta, quien no fue alineado aquella tarde con su equipo. La prensa vitoriana recogía calificativos para Aranbarri: modelo de pundonor, honradez profesional y sacrificio. Además, Jesús seguía ejerciendo de capitán de la, bien es cierto, impredecible nave gasteiztarra, la cual a fines de febrero ocupaba el furgón de cola.
Marzo fue un mes fatal, y se lee en el “Norte Expres” el 15 de marzo: “Los aficionados piensan ya en el descenso como salida más lógica a la actual situación” Y seguía opinando: “Con lo que seguimos sin estar de acuerdo es con los silbidos al capitán Jesús Arambarri. Parece como si todas las iras se centrasen en el mondragonés. Demasiado condescendencia, en cambio con otros hombres y nombres que llegaron a Vitoria en plan figuras y no están dando una a derechas”
Alavesarekin. Aranbarriren ezkerrean Valdano
Pero el arrasatearra no se dejó influir por los silbidos recibidos y siguió aportando todo su juego. El resto de jugadores también se esforzó un poco más, y a falta de ocho partidos para la conclusión el equipo ocupaba un lugar en la tabla que le alejaba del fantasma del descenso. Sin embargo los siguientes resultados fueron adversos y a falta de un partido el equipo era tercero por la cola. Se presentaba una jornada dramática en el último partido, a disputar en Mendizorroza. El 6 de junio de 1976 se disputó el definitivo y angustioso partido; el rival era el Ensidesa. Ganó el Deportivo, con un postrero gol de Valdano. Y al comentar el partido al día siguiente, el “Norte Expres” destacaba “la abnegación” de Aranbarri, quien aguantó los 90 minutos del choque como si el cansancio acumulado de treinta y un encuentros anteriores no hubiera hecho mella en él. El Alavés se libró del descenso pero tuvo que jugar la promoción contra el Logroñés. Que se ganó, y así terminaron las angustias.
Se cambió de entrenador para la temporada 1976-77, siendo Joseito el nuevo encargado de dirigir al equipo y aun con parecidos mimbres la campaña fue diferente y los alavesistas no pasaron dificultades para mantener la categoría, clasificándose en octava posición, habiendo disputado Jesús Aranbarri veintidós partidos, en algunos de ellos actuando de medio junto a Valdano. Estimo que para el mondragonés fue una campaña satisfactoria, donde volvió a demostrar sus valores, futbolísticos y humanos.
El último partido de aquella temporada lo disputó en Tenerife, el 4 de junio de 1977, y el “Norte Expres” recogía dos días más tarde en sus páginas: “En ese centro del campo el principal trabajo recaía sobre las espaldas del capitán alavesista Jesús Arambarri, quien nuevamente volvió a destacar lejos de Mendizorroza. Un caso digno de tener en cuenta, aunque se nos tilde en determinados sectores de reiterativos. La verdad solo tiene un camino y hay que contarla” Y en pie de foto que ilustraba la crónica se leía: “Arambarri: genio y figura” El equipo que disputó aquel último partido en Tenerife estuvo compuesto por: Rodri; Odriozola, Goñi, Zuluaga; Morgado, Aranbarri; Valdano, Marín, Salamanca, Vidal y Urkia.
Aranbarri, Alavesaren kapitaina (1976/77) Tenerifen
Y comenzó la que iba a ser última campaña de Jesús como futbolista profesional. Era la 1977-78, y disputó con su equipo diez encuentros. Jesús tenía 29 años y de los veinticuatro componentes del Alavés solamente dos compañeros le superaban en edad. Aunque, suele comentar Jesús, que ya a su llegada a Vitoria con 24 años le gritaban “abuelo”. El Glorioso se clasificó en undécimo lugar. Aranbarri no formó parte del once alavesista hasta el decimocuarto partido, que lo hizo para sustituir a Odriozola defensa derecho, lesionado. La crónica del periódico “Norte Expres” decía el 28 de noviembre de 1977: “Arambarri saltó al terreno de juego en la segunda parte. El mondragonés, hombre discutido donde los haya, recibió una sonora ovación cuando iniciaba los ejercicios de calentamiento. Fue un dato positivo a tener en cuenta para el futuro”
Desgraciadamente el año nuevo le trajo una lesión en partido disputado el 1 de enero contra el Málaga. Y no deja de ser sintomático lo que el mismo periódico antes mencionado decía el día 2: “El enrarecido ambiente que se ha creado puede acarrear graves consecuencias para el Deportivo Alavés. Hay sectores del público dispuestos a protestar por todo… y hubo una bronca monumental para Joseíto cuando sustituyó a Arambarri, que le había pedido el cambio por lesión. Por el contrario, paradojas del fútbol, los mejores aplausos fueron para el mencionado Arambarri, que ha tenido que aguantar lo suyo en nuestro Estadio Municipal”
El último partido de aquella liga en Mendizorroza se disputó el 7 de mayo de 1978, contra el Calvo Sotelo, y para Jesús fue el último como futbolista profesional. El equipo terminó la temporada en décima posición, lejos del objetivo que se habían marcado en el club. Quizás el mejor juego lo exhibieron en la copa, donde eliminaron a Celta, Oviedo, Zaragoza y Barcelona, equipo al que los babazorros ganaron en Mendizorroza.
Azken partidua Alavesarekin. 1978-05.07
Terminó, por tanto, el ciclo como futbolista de Jesús Aranbarri. Habían sido seis años en la Real Sociedad y otros tantos en el Deportivo Alavés. Pienso que el garagartzarra estará más que orgulloso de su currículo.
Nada más finalizar la temporada se supo que el entrenador Joseíto no continuaría en el Alavés, y que su segundo tampoco lo haría. Y enseguida se supo que la vinculación de Aranbarri con el club gasteiztarra se iba a prolongar, por lo menos, durante dos años más, ya que fue contratado como entrenador auxiliar, a las órdenes de Txutxi Aranguren, el ex internacional del Athletic de Bilbao, quien estuvo al frente de los albiazules durante las campañas 1978-79 y siguiente, clasificándose en octavo y séptimo lugar respectivamente.
Alavesarekin, bigarren entrenatzailearen lanetan. 1989-90
Pero ahí no terminó la relación Aranbarri-Alavés. Metido en tercera división, y fracaso tras fracaso, el eterno presidente Juan Arregi llevó en 1989 al equipo a Luis Astorga, para tratar de auparlo a superior categoría. Astorga pidió de ayudante a Aranbarri, y juntos consiguieron que en el último partido, celebrado en Elgoibar el 1 de mayo de 1990, se subiera a segunda B. 0-2 ganó el equipo babazorro, con goles de un mondragonés, Jose Mari Otaduy “Txoza”. El tándem entrenador renovó contrato por una temporada más en la nueva categoría. Dicen los entendidos que en Lerún se dio el punto de inflexión que llevó años después al Alavés a disputar la final de la UEFA contra el Liverpool. En aquel Alavés, jugaba, además de “Txoza” otro arrasatearra, Josu Ugarte.
Precisamente, es José Mari Otaduy quien nos hace una definición como entrenador de Aranbarri: “Fue un pilar importante para el buen funcionamiento del equipo, tanto a nivel deportivo como anímico”
Javier Cameno es un periodista que trabajó durante años en Radio Vitoria – llegó a ser director- y jefe de deportes del periódico “Egin” en Alava, entre otros medios. Retransmitió en directo todos los partidos en las seis temporadas que Jesús Aranbarri estuvo en el Deportivo Alavés, y así define al arrasatearra: “Jesús era un luchador nato, además de un gran goleador. Como persona, muy cercano, sencillo, humilde. La afición le quería mucho, porque valoraba su entrega y eficacia”
El Deportivo Alavés, un club al que Jesús Aranbarri dio lo mejor de su saber futbolístico, y del que recibió un trato que le hizo sentirse arabarra de adopción.
Mojategin, 2021eko irailaren 30ean |
Argazkiak: Jesus Aranbarri, JMVM, Jose Ignazio Zaitegi
GEHIAGO JAKITEKO / PASA SABER MÁS
Interesgarria benetan. Egin duzun lana eskertsekoa da.
ErantzunEzabatuJosemari, orain uzenki jasotzen dut zure lanak, Mila esker.
Eskerrik asko Karmele!! Musu bat
Ezabatu