Asko eta zabal aritu gara txoko honetan Santa
Agedako osasun-urei buruz. XIX. mendeko bainuen ustiapen komertzialak Gesalibar
auzoa mapan ipini zuen, estatu mailan batez ere, baina – inoiz ere ikusi dugun
bezala- baita Europako zenbait herrialdetan ere. Gaurkoan gaiari heldu nahi
diot ostera, berriki irakurri dudan pasarte batek berretsi baitit Arrasateko
auzoak lortu zuen ospea. Eta gaurko bidaia Francisco Paula Madrazo irakaslearen
eskutik egingo dugu. “Una expedición a Guipúzcoa en el verano de 1848” liburua
publikatu zuen Madrazok 1849an, eta bertan toki zabala hartzen du Santa Agedak.
Hona hemen deskribapena.
“A media legua de la villa de Mondragón, de
ese pueblo cuya aristocrática severidad se revela en sus calles, en sus
edificios, en los escudos de armas que lucen sobre sus puertas, y hasta en el porte
y compostura de sus moradores, se encuentra el famoso establecimiento de baños
de Santa Agueda, al cual conduce un hermoso camino construido el mismo año en
que la Reina de España acudió para consolidar su salud preciosa á aquellos
benéficos manantiales. El panorama que se desenvuelve á la vista del viajero es
el más poético y el más bello de cuantos ofrece aquel pintoresco país, y al
tender los ojos por aquellas colinas sembradas de robles , de hayas , de
castaños y de manzanos, alternadas con caseríos; molinos harineros y ferrerías, a que dan impulso las aguas del Deva, que serpentea cristalino por el fondo de
aquellos valles, parece que estamos recorriendo una galería cubierta de esos
mágicos cuadros de Villamil; en que atribuimos á la lozana y poética fantasía del
artista los encantados paisajes de cuya existencia real y efectiva solemos
dudar, por la misma razón de su sobrenatural y extraordinaria belleza. Después
de atravesar este variado panorama, se divisa el célebre establecimiento de baños
cuyo aspecto exterior, modesto en demasía, no parece muy al nivel del favor
aristocrático de que goza.
Santa Agueda, por su situación topográfica y
por el bellísimo paisaje en que está colocado, lleva mucha ventaja a
Arechavaleta; Santa Agueda es un vergel delicioso donde no llegan los rayos del
sol de agosto, y para hacer una vida campestre y retirada, una vida cuya rígida
sencillez no interrumpa ni el sordo rumor de las agitaciones del gran mundo,
nada puede elegirse más á propósito que aquel sitio apacible, verdadera mansión
de paz y de calma, donde encuentran alivio los dolores del cuerpo y las
inquietudes del espíritu. Separado á regular distancia del camino real que se
deja desde Mondragón, ni el ruido de las diligencias y sillas-correos viene á
alterar su constante tranquilidad. Bajo el aspecto, pues, de la quietud y del
paisaje no se puede disputar la primacía á Santa Agueda, que compite por otra
parte con los demás establecimientos de baños en punto al esmero y buen trato
que dispensa á sus huéspedes. El edificio-hospedería no está sin embargo a la
altura de los de Arechavaleta y Cestona. De construcción ya antigua y de
mezquinas formas, participa de cierta lobreguez que más que de un centro de
bañistas, pertenecientes en su mayoría á la buena sociedad, le da un colorido
de hospital o enfermería. Los largos corredores ó galerías que dan entrada á los
cuartos, son bastante oscuros; el comedor, pieza que tanta importancia tiene en
estos establecimientos, es poco desahogado y hasta carece de una sala de reunión
para los bañistas, que se ven precisados á convertir en tal una de las galerías"
Madrazo irakaslea Madrilgo Kazetan aritu zen
lanean eta, takigrafiako irakaslea zenez gero Senatuko eta Kongresuko takigrafo
ofiziala izendatu zuten 1846an. Madrazo Santa Ageda 1848an heldu zen, beraz, Isabel II erregina baino hiru urte geroago. Segi dezagun
deskribapenarekin:
“Las pilas ó bañeras están situadas en el
mismo edificio en cuartos pequeños, húmedos y poco ventilados, circunstancias
de que no ha podido verse libre ni la hermosa pila de jaspe de que se sirvió
nuestra augusta Reina para la aplicación del remedio mineral. Este baño cuya
puerta se abre para satisfacer la curiosidad de los que visitan por primera vez
la casa, solo por lo magnifico de su pila, recuerda la regia persona para quien
se construyó; pues el rico papel que cubría sus paredes ha desaparecido por
efecto de la humedad. El jardín y la huerta que tienen los bañistas para su
recreo, son amenos y frondosos; las calles cubiertas de enramada, y que forman
un verdadero bosque, les permiten pasear aun durante las horas en que el sol
tiene más fuerza. Artísticamente no es el jardín tan regular como el de
Arechavaleta; pero reúne el encanto, para algunos de mucho precio, de parecer
más bien obra de la naturaleza que de la mano del hombre.
No obstante los vacíos que se notan en Santa
Agueda, y que el interés de su dueño no tardará en llenar, no puede
desconocerse que la concurrencia de bañistas es mucho más numerosa á esta casa
de baños (que á la de Arechavaleta.Y esto se explica muy fácilmente. Santa
Agueda, a las ventajas de su retirada y pintoresca situación, reúne ese
prestigio de la antigüedad, que es la base del crédito de un establecimiento de
esta clase. La fuerza de la costumbre por un lado, y por otro la afición tan
justa que se toma á unos manantiales donde, si no se recobrase repone al menos
la salud, son elementos poderosos de prosperidad para una casa de baños. Muchos
son los que han encontrado alivio á sus males en Santa Agueda; algunos, no
tantos, porque su creación es más reciente, los que deben este beneficio á
Arechavaleta; por eso aquel establecimiento es más concurrido, no obstante ser
las aguas del segundo hidro-sulfurosas como las del primero, hallarse tan
ventajosamente situado en medio del camino real y tener una hospedaría que reúne
todas las comodidades y toda la elegancia de las modernas construcciones.
En cuanto al género de vida, tan tranquila y
tan deliciosamente se desliza en un establecimiento como en otro. La misma
opípara y aristocrática mesa, la misma buena sociedad, el mismo buen humor,
tipos muy semejantes, aventuras muy parecidas También aquí se organizan
expediciones campestres a pié, en coche y á caballo. ¿Quién pasa algunos días
en Santa Agueda sin visitar la gran peña de Udala, cuya figura piramidal y
severísimo aspecto, no menos que la lozana vegetación que cubre su falda, tanto
contrastan con la desnudez de su pelada cresta? Esta pregunta se hicieron sin
duda este año unos á otros los concurrentes á Santa Agueda y se improvisó una
excursión á caballo de que todos conservan gratísimo recuerdo. Damas muy
conocidas y alguna de ellas muy célebre en Madrid por su hermosura, tomaron
parte en la expedición, y desentendiéndose por aquel día de la ordinaria
timidez y de los escrupulosos miramientos de su sexo, no se sentaron como de
costumbre, sino que montaron en todo el rigor de la palabra soberbios alazanes,
no sin llevar cada una su caballerizo al lado para su mayor seguridad.
Una vez en la peña de Udala, penetraron los
expedicionarios bañistas en la vasta caverna caliza que tiene su boca en la
vertiente oriental y que se conoce en el país con el nombre de Cueva de San
Valerio. Serenos arrostraron el paso de la estrecha y peligrosa garganta que es
preciso atravesar para contemplar el espectáculo sorprendente de aquel palacio
de cristal, en cuyas inmensas bóvedas adornadas de estalactitas , repitió el
eco más de una protesta de amor, más de un juramento de constancia: deliciosa
mente distraídos los expedicionarios de ambos sexos en la contemplación de
aquellas galerías, de aquellas tumbas; de aquellos elegantes pabellones,
labrados por la naturaleza; dejaron transcurrir el tiempo suficiente para que
el cielo azul y diáfano al entrar en la cueva, se volviese oscuro y ;nebuloso,
y al tomar sus caballos para regresar á Santa Agueda; descargó sobre ellos un
terrible aguacero . El natural deseo de guarecerse del chaparrón lo más pronto
posible dispersó la partida, y era de ver el espectáculo que ofrecían las
lindas amazonas, metiendo espuela a sus caballos, separadas por la tempestad de
sus esposos, de sus papás, de sus hermanas, y seguidas las más afortunadas de
sus galantes caballerizos, con los cuales llegaron ya más temprano, ya más
tarde, á reposar al establecimiento de baños de las fatigas de expedición tan
agitada.
La relación de esta gira campestre, basta para
conocer que Santa Agueda, por lo que hace a ese cuadro de la vida interior, es
como Arechavaleta, es como Cestona, es como todos los puntos de baños ó de
recreo en que se reúnen algunas personas nacidas en España. En todas partes
reina esa decorosa familiaridad y esa bulliciosa broma de buen tono que no
traspasa nunca los límites de la educación y de la prudencia. No sucede como en
Bagneres de Lutzon, como en Cotteret, como en todos esos afamados
establecimientos extranjeros, donde, después de bañarse y de comer, no le queda
al forastero otra distracción que la de aburrirse, donde hay esa seriedad
estudiada, y donde las gentes permanecen veinte días sin saludarse, y se
separan después de satisfecho el objeto de su aparición en aquella escena muda,
sin haberse dirigido ni por casualidad la palabra. El carácter español, franco
en demasía y naturalmente simpático, no adolece de esa sequedad enojosa que distingue
por lo general a los extranjeros. En nuestro país, el primer día que se ven dos
personas en un establecimiento de baños, se saludan y se hablan, al segundo se
tratan íntimamente y algunos días después se separan con sentimiento. Este es
nuestro carácter, compárese con el de los naturales de esos países cuya cultura
y civilización somos los primeros a admirar, y de seguro que de esa comparación
resultará algo de que podamos envanecernos con justicia"
Argazkiak: JMVM