Maroto jenerala |
Euskal Herriak bazeramatzan zenbait
urte bakean, bigarren karlistadaren azken tiroak entzun zirenetik. Sarritan
idatzi dudan moduan, gerra hark disgustu serioak ekarri zizkion Arrasateko
udal idazkariari, bai karlisten aldetik baita gobernu zaleen aldetik ere. Miguel Madinabeitia, herriko udal idazkari, idazle eta historialaria, liberala zen, kontserbadorea, baina euskal foruen defendatzailea, hezurretaraino.
Gaurko honetan arrasatearraren aitorpen publiko baten testigantza ekarri nahi
izan dut, Bergarako Ituna sinatu zenetik 53 urte eman ondoren idatzitakoa: Maroto defendatzen du. “El Noticiero Bilbaíno” egunkariaren 1892ko
abuztuaren 31ko edizioan argitaratu zuen, eta honela dio:
“Ojos que nunca en llanto se
bañaron,
de ternura en Vergara ¡cuál lloraron! (1)
de ternura en Vergara ¡cuál lloraron! (1)
Sin la palma del martirio que orló la frente de unos infortunados españoles en Estella, el Convenio de Vergara, por la grandeza misma del acto, hubiera constituido para mí la página más bella de la historia contemporánea. El abrazo de dos generales, hasta entonces enemigos, seguido de otro abrazo de soldados, unos y otros valientes, cambió la decoración triste de miserias, desolación y de sangre, en otra de iris de paz, a cuya benéfica sombra y al amparo de la ley habrían de desarrollarse las fuentes de riqueza para ir cerrando pasados males.
Los cánticos de alegría resonaron
por los valles y montañas de nuestra amada tierra: las madres lloraban de gozo
al estrechar en su seno a los hijos que, tostados por el sol y las fatigas de
la guerra, volvían al hogar paterno; y
mientras tanto la prensa, la litografía y las fábricas de estampación del
extranjero echaban el resto importando en nuestro país grandes remesas de sus
productos, y no había muchacha que, rindiendo culto a la moda, no ostentase en
su cuello un pañuelo alusivo al majestuoso acto del convenio.
Sólo había un partido que hizo de
Maroto el
ser más vil del mundo, pues su nombre llevó por muchos años el
estigma oprobioso de traidor; anatema injusto que el tiempo y la ilustración de
la sociedad se encargaron de borrarlo, contribuyendo eficazmente a este
desagravio la Vindicación que él mismo publicó en 1848, libro precioso
bajo el punto de vista literario y enriquecido con gran copia de datos, a cuál
más curioso e interesante, y que sin duda han servido para ilustrar la crónica
de la guerra civil a historiadores clásicos como los señores Pirala y Valera en
sus respectivas obras.
Digan lo que quieran los
carlistas, sacando partido de las veleidades e inconsistencia de Maroto en los
momentos que precedieron al convenio; pero el convenio se impuso por la
corriente de las circunstancias; por la falta de recursos para continuar la
guerra, y porque el hambre famélico se dibujaba de manera tan ostensible en los
habitantes de los pueblos, que un pedazo de pan bastaba casi para prostituir al
hombre más honrado.
El día 27 de agosto de 1839
escribía Maroto a su rey, desde Elgueta, pidiéndole perdón por sus anteriores
faltas, solicitando su reconciliación, y con esa misma fecha, 27 de agosto,
recibía el alcalde de Mondragón un oficio (que tengo a la vista) dirigido desde
Vergara por el intendente militar del Ejército de operaciones del Norte, D.
Antonio de Larrúa, pidiendo para las cinco de la madrugada del siguiente día
18.000 raciones de pan, de carne y otras tantas de vino, y 4.000 de cebada y de
paja, para las tropas vencedoras. ¡Pobres alcaldes y pobres pueblos! Y
luego había quienes a la paz llamaban traición, ¡insensatos!, y deseaban la
continuación de la guerra.
Después de todo, D. Rafael Maroto
no era ningún oscuro aventurero, pues su brillante hoja de servicio nos acusa
que ingresó de cadete en el regimiento de infantería de Asturias en 1º de abril
de 1794, y era ya mariscal de campo del ejército español para el 5 de octubre
de 1823. Su patria es Lorca (Murcia) descendía de militares y de noble
alcurnia, y por lo mismo son muchos e interesantes los episodios de su vida,
que los estrechos límites de este escrito me impiden desenvolver como quisiera,
dejándolos para otra ocasión.
No terminaré estos renglones sin
manifestar la simpatía que siempre me inspiró la memoria de Maroto, porque él,
siendo extraño a las Provincias Vascongadas, hizo cuanto pudo por arrancar a
Espartero las promesas de interesarse ante el Gobierno por la conservación de
nuestros fueros. Y los carlistas de la segunda guerra civil, pudiendo y
debiendo haber sacado más partido que aquél para que las instituciones nuestras
se salvasen, ¿Qué han hecho?
No, yo no llamaría nunca traidor a
Maroto; lejos de hacerlo así, si el día de mañana se le erigiese una estatua en
el Campo de Vergara profanado por Lizárraga, contribuiría gustoso con mi
modesto óbolo; eso sin ser carlista.
M. de M.”
Sekula ez dugu ezagutuko nola ikusiko zuen Madinabeitiak Maroto, gerra hartako irabazleak karlistak gertatu izan balira.
(1)
Ez dut jakin
izan norenak diren bertso horiek.
LEHEN KARLISTADARI BURUZ GEHIAGO
Argazkiak: JMVM
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